Alma de filósofa, mente de escritora, pensamientos de poeta y un destino plasmado en letras.

lunes, 4 de diciembre de 2017

Me pregunto en qué momento comencé a escribir tanto.

Recuerdo estar contigo, recuerdo que a veces escribía,  a veces me lo pedías, cuando pasaba mucho tiempo incluso me obligabas.

Ahora me cuesta dejar de escribir,  escribo y escribo aunque sean sólo pensamientos, algunos sin sustancia,  algunos con demasiada, algunos intensos y otros exageradamente simples.

Escribo cada día desahogando mi cabeza, cada día escribo cosas que podría decirte, quizás... probablemente me dirías que no son necesarias o que no es el deber ser. Me enfoqué tanto tiempo en lo que querías, me he enfocado tanto en intentar hacer lo que querías que quizás en este momento lo he logrado. Estos días he estado muy tranquila aunque en estos días me embriagué con tu aliento, no me estoy desesperando como solía, porque me desahogo. Porque entendí de una vez que lo que quieres a mi también me hace bien, quizás tenga insomnios llenos de deseos, pero no me quejo. Mi mente es así,  mi mente es ese gran agujero de pensamientos que poco para y sé que no creo volver a conciliar sueño como solía hacerlo hace meses, pero no importa. No me siento mal al respecto y creo que eso es algo bueno. Incluso si apareciese alguien, que realmente lo dudo, hay cosas de mi que ya no son, ni pueden ser de nadie más.

Quizás me tomó mucho más que a ti arreglarme, quizás para ti es demasiado tarde, no lo sé. Quizás tú tampoco lo sabes, quizás ni siquiera debería pensar en eso. Realmente no debo, porque no soy dueña del futuro y tampoco soy dueña de todos tus deseos como soy de los míos. Sólo sé que mi corazón se sigue acelerando, sólo sé que aún sonrío como la primera vez y probablemente te tengo más presente que nunca en mi ser.

Quizás sea suficiente, Nicolás.  Quizás,  quizás y más quizás.

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