Alma de filósofa, mente de escritora, pensamientos de poeta y un destino plasmado en letras.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Voy rozando tu recuerdo llevada por las notas del piano y el rozar del pianista primero lento y luego a toda velocidad.

Escucho los violines dándole toda la magia y me acelero, te imagino siendo esa obra en una noche, te imagino siendo esa pasión que desborda cada nota, te imagino sobre mi haciendo historia, me imagino buscándote cuando escucho el violín para que me reescribas y me fulmines de alientos y miradas.

El pecho se me aprieta, mi cuerpo late con fuerza y mi alma revienta con el roce de cuerdas, me estoy volviendo canción pensándote, mi corazón ha revivido y aún no puedo creerlo.

La noche comienza y no quiero que termine

"La vida son saltos, positivos o negativos". Eso me dijo hablando de Neurolingüística y me tenía ahí, con la sangre pegando carreras y los ojos en vela.

Me siento subiendo y bajando como la lectura de un Holter, como las cuerdas de mi guitarra, como mis pies al caminar y mis pulmones al respirar.

Es como si volviera a nacer, es como si volviera a ver. No tiene ni la más remota idea de cómo me ha desbaratado el mal tejido que he hecho en años y de repente se entreteje sola como si mandara sobre el hilo, como una máquina de coser automática.

Me está matando, me está reviviendo, me mata cada 0:30 hrs cuando se va y me revive cada 22hrs con un "Hola". Me despedaza y me vuelve a armar cada día y cada día quedo mejor armada que el anterior.

Como apretando tornillos en mi placa, se pasea por mi mente, me descoloca, me acelera, me pausa, me desespera, me sofoca y me oxigena.

Existe este sentimiento, realmente lo estoy sintiendo, ¿Eres real? Me erizas los cimientos, me revuelves el pecho y sabe mejor que mil canciones.

Quiero convertirte en la canción que baile cada día por mi piel, quiero llevarte en mi pecho y volar por el universo, hacerte ver como yo veo.

Locuras en mis deseos, colores y olores inundándome la atención. Mi existencia parece estar viciosa de ti.

martes, 19 de noviembre de 2019

Confesiones.

Siempre dije que lo que más extrañaría del valle era la brisa.
Aún estoy esperando sentir que lo extraño, pero no ocurre.

Eres esa tierra con la que me identifico, que secretamente amo pero que he dejado ir y mi cuerpo lo agradeció.

He encontrado al amor de mi vida en un laberinto de cemento, entre sube y bajas de ascensores, atardeceres indescriptibles, amaneceres gélidos, olores de bencina y árboles de guanábana.

Te he encontrado susurrándome entre cantos de pájaros, caricias de brisas y saltos apasionados.

Azúl, blanco y rojo, te has convertido en el tricolor de mi corazón, a veces me hacen sentir traicionera, porque te amo a ti, te amo más de lo que amo a las montañas que me vieron nacer. Te amo tanto que escucho tu trayectoria en jergas de tus favoritas y mi corazón se acelera cada vez que escucho tu nombre.

Porque tu gente lucha como si te llevara tatuado en el corazón y fueras las bifurcaciones de su cerebro, como si cada tramo de piel fuesen tus glaciares, tus árboles y tus montañas.

Porque tu gente te ama y es tanto el amor que me están haciendo amarte más que a mi propia existencia, porque aunque me ahogaras en el magma de tu furia, moriría contigo y no con otro.

Mi Chile querido.

jueves, 14 de noviembre de 2019

Escucharte

Volver a escucharte en ese fondo que me hace volar y me acelera el pulso. Sigue siendo igual, soy una rockola vieja, de esas que no hace más que repetir las canciones al menos que le introduzcan un nuevo repertorio. Recordarte hace años aún siendo impactante, al menos ahora es más lindo. Sin nostalgia en el pecho y con emoción en la sangre.

martes, 12 de noviembre de 2019

Arranque

Me introduje en un mar desconocido, sin chistar, fue como si de repente me hubiese descubierto a mi misma de nuevo, como si todo el fuego aflorara mi piel, como si me abriera a la verdad otra vez, mi verdad. La única verdad que me he negado durante mucho tiempo, la piel se me hizo arena y me fundí en el mar como si mi vida dependiese de eso, estaba nerviosa, no sabía si estaba haciendo lo correcto, si valía la pena o si quizás me terminaría arrepintiendo. No sabía nada, pero la arena sabía todo como si antes de nacer conociera el salitre y quisiera irse sin chistar con él.
Fue como volver a nacer, como una transformación de la realidad, transformación a la verdad.
Esto soy yo... Me lo había negado, me lo había frustrado, pero cada centímetro de mi cuerpo recordando una sensación incorpórea y aún así despertando como diamantes al vuelo. Esto es lo que más me he negado y nunca debí.