Alma de filósofa, mente de escritora, pensamientos de poeta y un destino plasmado en letras.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Perdida

Me duele el pecho, ella siempre está ahí,  no importa la hora. Nunca me ha escuchado llorar, para ella es extraño, esa persona fuerte que siempre la sostuvo en sus caídas,  ahora es ella quien necesita que la sostengan.
Mi mejor amiga siempre considera que he pasado por tantas cosas en la vida tan fuertes y difíciles que llorar por un amor perdido es su frustración.
No puedo evitar derrarmarlas, escribirle pidiendo compañía porque de repente la soledad se ha apoderado de mi corazón.
Mis líneas casi siempre te piensan y te describen, cada noche mi cuerpo y mi alma te recuerdan y te buscan desesperadamente a mi lado para encontrar un vacío inexplicable que es esta perdida que duele como hierro encendido a la piel.
Mi vida se ha convertido en va y vienes emocionales y circunstanciales. Debo pensar en tantas cosas y solucionar tantas otras.
He quedado esta noche como débil y ciega a tus ojos, pero no es así. Es que como siempre, exploto y me nublo de desesperación. Esta madrugada comprendo algo nuevo. Comprendo que estuve haciendo cosas creyendo que eran para ti, pero no. Eran para mi, aún yo tampoco sano, hoy me di cuenta de ello. Soy yo quién necesita espacio, soy yo quien necesita llorarte más de lo que nunca he llorado a alguien. Es mi cabeza y mi cuerpo, mi alma y mi corazón quienes tienen que entender que acabó y que los finales duelen siempre y que cada quien los llora y yo te lloro esta noche y quién sabe cuántas más, mi vida sigue. Cosas que cumplir, pero hoy entiendo que esa esquina no debe estar ahí.
Mi cabeza duele, mi nariz tapada y mis pulmones buscando humo.  Humo, para nublarlo todo, para no ver de nuevo eso que me enloquece.
Perdida estoy en esos besos y abrazos de antaño, donde cada noche mi cuerpo se apegaba al tuyo.
Perdida estoy en mis recuerdos para no tener que ver que hoy ya no te tengo, que es real, que ya no estás.
Estoy perdida y mi mente llora, mi alma llora por no aceptarlo antes, por no aceptarlo me parto en dos, por no aceptarlo tuve tantas ilusiones que se quebraron como una galleta entre tus garras, garras que yo misma sonsaqué y que ahora no sé como alejarlas de mis ojos.
Te amo eso lo sé y jamás pensé que dolería tanto amarte.

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