Alma de filósofa, mente de escritora, pensamientos de poeta y un destino plasmado en letras.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Dramas y memorias de una venezolana en sus decadencias.

Nunca escribí sobre algo como esto que siento que debe quedar sepultado en lo más profundo de mi memoria, desearía que esa época fuese una de las que pudiese olvidar tan abiertamente como olvido tomarme una pastilla.
Esa época de vacío, esos días tortuosos en que las lágrimas recorrían mi cara todas las noches por un dolor estomacal que me desquiciaba.
Mi época de hambruna.
Las personas de hace siglos que se dedicaban al ayuno de días y semanas enteras, son personas que realmente admiro. Cómo soportar con tanta calma y tranquilidad algo tan tempestuoso como el hambre.
En esa época tan dolorosa de mi vida, un plato de comida se había vuelto mi salvación y mi perdición, verlo era una ilusión que me recorría el alma de calidez,  pensarlo era considerar el mañana,  preguntarte si es correcto comerlo ahora y no más tarde, porque mañana no sabes si comerás.
La comida se había vuelto lo más importante para todos, entendimos entonces la realidad de por qué existe el homosapiens. Entendimos por qué es tan importante tener estudios, trabajo, esfuerzo. Si no lo tenías, ¿Cómo comías? Pero.. ¿Cómo estudiar? ¿Cómo trabajar? No hay comida. Sin comida, de qué vale el esfuerzo de saber, de aprender,  de emprender. Si no tendrás tiempo de disfrutar eso porque morirás literalmente de hambre.
Pesaba 50 kilos, estaba en mi peso ideal. En esos 6 meses de tortura,  bajé a 35 kilos. Es curioso, peso lo mismo que un niño de 10 años, para ese momento sólo tenía 20 años. Lo recuerdo y se me arruga el cuerpo, mis ojos amenazan con derramarse.
Yo misma terminé esta tortura, la terminé el día que un ángel llegó a mi hogar, mi perra. No podía dejarme morir, mi perra me necesitaba, ella también tenía hambre, necesitaba que yo cuidase de ella. Desde entonces entendí que si no lo solucionaba yo, nadie lo solucionaría, ya qur hay par de inútiles en mi casa y sólo quedabamos mi hermana y yo para intentar sacarnos adelante. Sólo entonces entendí por qué los homosapiens existimos. Sólo entonces entendí que el gobierno por ser gobierno sigue en esa burbuja en la que vive casi todo el mundo, donde vivir para comer no es una opción. Sólo entonces entendí que un pueblo hambriento nunca saldrá de un gobierno bien alimentado.

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