Nunca he sido militante, considero que mi militancia va en mi misma, en no ser igual al aberrante, el no ser una aberración más pisando tierra.
Siempre he expresado mi disgusto ante la cultura social de mi tierra, considero en mi opinión muy personal que somos muy pocos los que se puede sacar con una pinza y no son aberrantes.
Admito que nunca me ha importado el cómo llegaron a lo que son y quizás la culpa no fue suya, pero no puedo evitar sentir el asco al leerlos, al escucharlos y saber que sólo atropellan, que sólo vomitan locuras...
Siempre había ignorado las luchas, porque no las entendía y porque nadie nunca me hacía entender, porque en mi tierra casi nunca se lucha.
Nunca quise enterarme de lo que sucedía, no es fácil afrontar realidades y cuando sales de tu propia realidad es difícil entender o querer saber las de otros.
Siempre fui tranquila, pensaba que la vida era sobrevivir en el socialismo y opulenciar en el capitalismo.
Nunca sentí lo que siento ahora, rodeada de tanta sangre luchadora, de sangre caliente que sólo quiere un poco más de dignidad y humanidad.
Siempre creí que eran unos pocos.
Nunca vi como brotaban del suelo tantos gusanos como el día en que las chilenas sacaron el himno más hermoso y me representaron.
Siento que vivo en un cementerio y las alimañas me persiguen a diestro y siniestro.
Siempre y nunca es fácil querer machacarlos.
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