Qué euforia. Qué ganas las mías de que estés para mi. De que todo se trate de ti. Que ganas de que mi vida fuese tuya. Que ganas de que mi cuerpo fuese tuyo. Y es tuyo todo tuyo pero no lo haces tuyo. Sólo me recuerdas cuánto quiero yo que lo hagas. Sólo te recuerdo lo peligroso de nuestras charlas.
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