Alma de filósofa, mente de escritora, pensamientos de poeta y un destino plasmado en letras.

jueves, 15 de febrero de 2018

Tengo el corazón acelerado, tengo una sonrisa en mi mente y en mi pecho.

Una de las cosas que más me han perturbado es mi completa incapacidad de negarme a tú fuerza cuando te propones a ejercerla.

Lo gracioso es que ahora, aunque difícil puedo realizarlo. Siento una dicha y un poder enorme sobre mi misma. Me siento fuerte, me siento ágil. Me siento libre.

Aunque en lo más profundo siempre hayan cadenas, no importa. No importa que las haya, trataré de asumir su inexistencia. Siempre he sido una persona rebelde, quizás no tanto como sus cadenas lo fueron cuando les estaba dando forma, pero lo fui. Sentirme rebelde después de tanto tiempo, sentir que puedo luchar contra eso, sentir que por momentos logro que la cerradura no calce con tu llave, es algo que me llena de dicha. Me siento orgullosa de mi misma.

No creo jamás volver a entregar una llave que se asemeje, de hecho, no creo volver a entregar alguna vez una llave. Un día quizás tome la valentía y funda la cerradura con el mismo fuego que me anida el pecho. 

Quizás un día simplemente cambie la cerradura. No importa, yo siempre he sido leal, demasiado leal, he cometido errores, miles, mi cuerpo y mente pueden traicionarme, me traicionan por no tener control suficiente. Qué mejor ejercicio para tomar control que enfrentar a la mano como hierro que puede aprisionarme hasta los sentidos.

Es una dicha, es un paso, es eufórico, como todo en mi vida en este momento.

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