Alma de filósofa, mente de escritora, pensamientos de poeta y un destino plasmado en letras.

viernes, 18 de marzo de 2011

Pienso: Cuanto quisiera...

Cuanto quisiera que estas cuatro paredes no estuviesen pintadas de blanco,
que las ventanas fueran fáciles de cerrar,
que estuviesen abajo, para no tenerme que esforzar.
Ojalá estas paredes fuesen como antes, grises, que combinaran con el vacío partido de mi alma.

Cuanto quisiera no tener que abrir mis ojos como platos al entrar,
quisiera que hubiesen nubes en ese techo blanco, nubes grises,
nubes de donde cayeran rocíos fríos.

Rocíos que cayeron en mi cara como lágrimas, eran las que tú limpiabas.
Ahora lloro mares de tristeza y desolación, pues, quien los limpia y elimina si no estas tú.

Cuanto quisiera que cada cosa que pienso ahora no me recuerde más a ti que antes.

Cuanto quisiera que el tiempo se detuviera y que pudiera devolverlo como un reloj adelantado.

Cuanto quisiera no existir, paro no recordar esas pocas palabras de aliento que te pude dar y que en mi ignorancia y descuido no logre ni pensar y no te di ni en donde apoyar.

Pienso ahora acostada dentro de mi colcha,
que soy una idiota, pues, por mi ignorancia pierdo segundos, minutos, horas
que necesito de ti.

Pienso ahora recostada en la almohada media empapada, con la brisa que se escurre por la ventana y forma un sonido de soledad en este cuarto, que estoy como un niño sin su mamila después de un día sin comida,  que me siento como una garrapata sin presa, que espera arriba de un árbol, con una sola gota de sangre sobreviviendo como carroña y esperando sigilosa y tranquila a que aparezca su presa del día.

Me siento como un perro sin su hueso,
me siento como una planta sin sol.
Apagada.
Me siento sin ti.

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