A veces me pregunto... ¿Por qué me cuesta tanto mirar al cielo y gritarte con cada gota de pasión? ¿Por qué soy incapaz de decirte lo que sucede? ¿Por qué me callo cada sal en agua como si fuese una blasfemia?
Estoy totalmente segura de mi camino y lo que veo en ti, tan segura que decirte cuanto me afectas y saber que no me vas a creer sólo duele más.
Saber que tienes un pasado que te acecha y un presente que no me termina de aceptar, han sido el mayor candado de mi cofre.
Intentando controlar mi vida emocional sólo me estoy descontrolando más, mientras creo que decirlo es un error, siento que terminará siendo la tumba de este sol.
No sé en qué momento sentí que te quería, no sé en qué momento quise luchar por esto que no tiene ni pies, ni cabeza.
Yo no soy más que alguien en medio de la nada que tiene importancia para ti, no soy más que esa que a veces te hace reír, esa que tu paciencia agotó, esa que a veces es algo y a veces es nada.
No soy más que eso que aburre. Qué incomoda. Qué fastidia.
No soy más y tú eres demasiado.
Siempre dando de más, siempre perdiendo el control de la emoción y dejándose llevar por ella. Soy como una niña demasiado emocionada por el jueguete que no es suyo.